
Lo primero que recuerdo acerca de música Oculta es el trabajo de rescate hecho por Saint-Yves D'Alveydre: El famoso Arqueómetro.
Considerado como una Llave Maestra en los Colegios Iniciáticos, el Arqueómetro puede entenderse como el Canon del Arte Antiguo que le permitió a los egipcios estructurar: lenguaje, religión, arquitectura, arte, música, poesía, plegarias y pintura; es decir, su sistema económico, político y social en armonía con el Cosmos.
Entonces en un solo "modelo" se expresaban todas las correspondencias, guiadas por el 7 (días, chakras, rayos, planetas, colores...) y el 12 (meses, signos zodiacales, ...)
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Por otra parte está el trabajo del ruso Alexander Scriabin (1872-1915). Personaje controvertido. Algunos han pensado que se trata verdaderamente de un genio, un visionario, mientras otros han visto en él a un desequilibrado cuya música fue entrando progresivamente en un callejón sin salida, quedándose en un solipsismo casi total a merced de sus extravagantes ideales. W. Austin dice que "su destreza se hacía cada vez más automática y su gusto se convertía en algo cada vez más absurdo". Sobre su música también hay opiniones dispares, desde los que consideran que sus creaciones más logradas son las piezas para piano en torno a 1903, mientras otros que conceden extraordinario valor a sus obras más ambiciosas de años posteriores, como la obra de orquesta "El Misterio".
Sí es cierto que se reconocen de modo general sus aportaciones a la música del siglo XX, sobre todo en el


En este gigantesco ritual la música sería sólo una parte, sabemos que habría unos textos y se realizarían oraciones, se proyectarían luces de colores y se liberarían esencias aromáticas, hacia una experiencia total que abarcara el espíritu y los sentidos.
Obviamente, tal "Misterio" no se ha llegado a realizar, sino no estaríamos aquí, pero el aspecto musical del proyecto de Scriabin sí ha podido ser completado, y para ello el compositor ruso A. Nemtin ha consagrado una importante parte de su vida. Comenzó investigando en la partitura con el objeto de elaborar una banda sonora para una película sobre Scriabin, pero debió de atraerle el asunto y se dedicó a ordenar y enlazar todos los fragmentos de música compuestos por Scriabin. Se trata de una obra para gran orquesta, piano solista, órgano, coro y soprano solista, de unas dimensiones espectaculares -165 minutos en la versión completa de Ashkenazy; hay que decir que antes de la existencia de la edición completa, relativamente reciente, se ofrecía una versión reducida que venía a ser una tercera parte- ; ha debido de costarle grandes esfuerzos al pobre Nemtin, que sacrificó su propia vida de compositor para sacar a la luz una edición completa en la que el vasto proyecto de Scriabin, al menos en lo musical, ha tomado forma.
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