Ahora que mi condición es de franco peatón, recorro las calles de Concepción y me sorprende el TRANSITO. Osea, no sólo mi tránsito desde la apasible Maule a la céntrica calle Caupolicán, ni mi tránsito desde mi vida en pareja a mi solitaria soltería ...
Alguien dijo que los peatones chilenos son TOREROS. Y basta fijarse un poco para ver reconocer este arte. Se trata de una postura en que las reglas son personales y bipartitas, sin darle autoridad a los semáforos.
Cuando un peatón llega a una calle dirige su mirada a los autos y preferentemente a los ojos del conductor... buscando ese contacto desafiante, ya que no vale luz roja, verde u otras señales.. menos aún valen los semáforos para peatones. De modo que si la distancia, la velocidad del vehículo y sobre todo la disposición del conductor lo permiten, el peatón avanzará, inclusive confiado en que el chofer bajará la velocidad para no pegarle un topón. Este ejercicio tiene una particular exigencia cuando se cruza la calle a mitad de cuadra.
Este fenómeno se hace crítico cuando la luz amarilla indica que en cualquier momento los autos se detendrán. Muchas veces una andananda de peatones simplemente dejan sin opción al conductor que quería aprovechar el amarillo para pasar.
También, cuando la luz verde se acerca y los autos comienzan a moverse, aprovechan los peatones tardíos de cruzar, haciendo incluso alarde de jovialidad con un par de pasos apurados y hasta saltitos. Acá ocurre un interesante fenómeno de BLINDAJE, por el cual, algunos peatones son protegidos por quienes les anteceden y biceversa.
Creo que esta cultura de PEATONES TOREROS es una gran cualidad chilena, aprendida sin duda desde pequeños. Basta ver a esas madres que sin ninguna intención de mirar los semáforos, esperan un espacio entre los autos para arrojarse a la calle con el crío colgando del brazo. De ese modo, mientras ella hace malabares sobre unos incómodos zapatos y cuidando los bolsos colgados, el aprendíz ve venir la micro en un vibrante momento de traspaso cultural.
Lo cierto es que en TRANSITO, nos falta mucho. Cada Municipio hace lo que cree o le conviene mejor. Para indicar una zona de velocidad reducida hay centenares de formas, según los recursos y el ingenio de los funcionarios. Reductores curvos, rectos, pintados o no, con rayas, blancas, amarillas, algunos con luces, fijas o intermitentes, etc.. los cemáforos al centro, al inicio o al otro lado del cruce, etc...
Cuando veo la esperada ciclo vía recién estrenada, me pregunto cómo cambiaría nuestro paisaje si concretamente se propiciara y subsidiara el uso de la bicicleta.
Según la Comisión Nacional de Seguridad del Tránsito (www.conaset.cl), durante el 2004, la cifra de atropellos nacionales llegaron a 8000, con igual número de lesionados y 780 fallecidos. En nuestra región del Biobío fueron 950 atropellos con 118 fallecidos. Concepción presenta la mayor Tasa de siniestralidad (número de accidentes por 100 mil habitantes) pero a la vez una mucho menor Mortalidad e Índice de Severidad (comparado con comunas como Florida, Lota y Chiguayante).
Alguien dijo que los peatones chilenos son TOREROS. Y basta fijarse un poco para ver reconocer este arte. Se trata de una postura en que las reglas son personales y bipartitas, sin darle autoridad a los semáforos.
Cuando un peatón llega a una calle dirige su mirada a los autos y preferentemente a los ojos del conductor... buscando ese contacto desafiante, ya que no vale luz roja, verde u otras señales.. menos aún valen los semáforos para peatones. De modo que si la distancia, la velocidad del vehículo y sobre todo la disposición del conductor lo permiten, el peatón avanzará, inclusive confiado en que el chofer bajará la velocidad para no pegarle un topón. Este ejercicio tiene una particular exigencia cuando se cruza la calle a mitad de cuadra.
Este fenómeno se hace crítico cuando la luz amarilla indica que en cualquier momento los autos se detendrán. Muchas veces una andananda de peatones simplemente dejan sin opción al conductor que quería aprovechar el amarillo para pasar.
También, cuando la luz verde se acerca y los autos comienzan a moverse, aprovechan los peatones tardíos de cruzar, haciendo incluso alarde de jovialidad con un par de pasos apurados y hasta saltitos. Acá ocurre un interesante fenómeno de BLINDAJE, por el cual, algunos peatones son protegidos por quienes les anteceden y biceversa.
Creo que esta cultura de PEATONES TOREROS es una gran cualidad chilena, aprendida sin duda desde pequeños. Basta ver a esas madres que sin ninguna intención de mirar los semáforos, esperan un espacio entre los autos para arrojarse a la calle con el crío colgando del brazo. De ese modo, mientras ella hace malabares sobre unos incómodos zapatos y cuidando los bolsos colgados, el aprendíz ve venir la micro en un vibrante momento de traspaso cultural.
Lo cierto es que en TRANSITO, nos falta mucho. Cada Municipio hace lo que cree o le conviene mejor. Para indicar una zona de velocidad reducida hay centenares de formas, según los recursos y el ingenio de los funcionarios. Reductores curvos, rectos, pintados o no, con rayas, blancas, amarillas, algunos con luces, fijas o intermitentes, etc.. los cemáforos al centro, al inicio o al otro lado del cruce, etc...
Cuando veo la esperada ciclo vía recién estrenada, me pregunto cómo cambiaría nuestro paisaje si concretamente se propiciara y subsidiara el uso de la bicicleta.
Según la Comisión Nacional de Seguridad del Tránsito (www.conaset.cl), durante el 2004, la cifra de atropellos nacionales llegaron a 8000, con igual número de lesionados y 780 fallecidos. En nuestra región del Biobío fueron 950 atropellos con 118 fallecidos. Concepción presenta la mayor Tasa de siniestralidad (número de accidentes por 100 mil habitantes) pero a la vez una mucho menor Mortalidad e Índice de Severidad (comparado con comunas como Florida, Lota y Chiguayante).
Comments